Proezas migratorias de 10 gramos.
Cuando solo te bastan 10 gramos para recorrer 5.ooo kilómetros.
Este fin de semana se está celebrando el día internacional de las aves migratorias.
Dos veces al año, una en primavera durante la migración prenupcial y otra en otoño durante la migración post nupcial, se divulga y reconoce el gran viaje que realizan dos veces al año millones de aves de cientos de especies diferentes.
El objetivo es concienciar sobre la importancia de conservar estas especies y sus hábitats.
Muchas personas conocen el viaje de cigüeñas, buitres, milanos y golondrinas.
Pero hay pocas que saben sobre la proeza de cruzar Europa y media África pesando apenas 10 gramos y en horario nocturno.
En España, muchas especies de paseriformes migran.
Papamoscas, mosquiteros, currucas, tarabillas, colirrojos y ruiseñores, son aves insectívoras que no pueden sobrevivir en Europa en invierno y viajan hacia el África subsahariana para pasar la estación fría.
Deben cruzar el desierto del Sáhara en vuelos nocturnos continuos de cientos de kilómetros, sin acceso a agua o alimento.
Vuelan de noche para evitar depredadores, aprovechar temperaturas más frescas y orientarse por las estrellas. Y pueden desplazarse entre 300 y 600 km por trayecto.
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Su preparación para llegar con vida a su destino es simple. Aumentan hasta un 50% su masa corporal acumulando grasa, su “combustible” de vuelo.
Algunas como el Zorzal alirrojo (Turdus iliacus) reducen el tamaño del intestino y otros órganos digestivos para aligerar peso y liberar espacio para los depósitos de grasa y cuando llegan a su destino, los órganos se regeneran rápidamente para volver a digerir con eficiencia.
La Pérdida de hábitats de parada y recuperación como humedales, las colisiones con infraestructuras, especialmente en migración nocturna, el cambio climático, que desincroniza su llegada con la disponibilidad de insectos y la caza ilegal en países del Mediterráneo y del Sahel, son amenazas que deben afrontar durante su viaje.
Nuestros humedales son puntos importantísimos para el viaje de todas estas aves.
El mosquitero musical Phylloscopus trochilus) no nidifica en la península pero cada año millones de ellos la cruzan en dirección norte o sur dependiendo de la época.
Pesa menos de 10 gramos, no mide más de 11 centímetros y su plumaje es discreto, casi sin adornos.
Este pequeño pájaro vuela desde las sabanas del África subsahariana, atravesando selvas, ciudades, desiertos y mares, hasta el norte de Europa y Asia.
Recorre más de 5.000 kilómetros sin mapa ni motor, guiado solo por el instinto y señales invisibles: el sol, las estrellas y el campo magnético terrestre.
Durante varias noches seguidas, cruza el desierto del Sáhara sin agua, sin comida, y sin un lugar donde posarse.
Antes de partir se preparó y engordó acumulando reservas de grasa, su combustible.
Y mientras nosotros dormimos, él volaba.
Llega agotado, pero no se detiene. Busca un rincón de bosque donde cantar, reclamar territorio y encontrar pareja. En unas semanas construirá un nido oculto entre la hierba, donde pondrá sus huevos. Alimentará a sus polluelos con cientos de insectos al día y, cuando el verano empiece a declinar, volverá a emprender el camino inverso hacia África.
El mosquitero musical representa a millones de aves pequeñas que repiten esta proeza dos veces al año. Migran por necesidad, siguiendo los ritmos ancestrales del planeta.
Viajeros invisibles, que sostienen la biodiversidad de nuestro planeta con total anonimato.
Por eso, cuando cada primavera oímos cantar a mosquiteros, ruiseñores, oropéndolas o papamoscas, estamos presenciando un pequeño milagro que vale la pena valorar y por supuesto compartir con todos.
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Un abrazote.
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Que maravilla, me ha emocionado imaginar como esas pequeñas aves vuelan miles de km sin poder posarse. Me parece impresionante. La naturaleza siempre sorprende. Gracias por tus artículos 🥰
Hola Fran.
Efectivamente, qué poco apreciamos a estos pequeños seres y cuánto beneficio obtenemos de ellos en eliminación de mosquitos y otros insectos, en cantos maravillosos que nos rodean por donde vamos paseando y disfrutando. A cambio de que solo les dejemos vivir y mantener sus espacios vitales.
El autillo es una de las aves que más me gusta y nos regresa cada primavera. Su población ha ido aumentando poco a poco gracias al apoyo que le vamos ofreciendo.
Muchas gracias Iván.