Ayer escuché, por primera vez este año, a una oropéndola.
Es más fácil escuharla que verla.
El silbido de este ave es uno de los más bonitos y comunes en los veranos de los bosques de mi pueblo.
Y es curioso cómo, a pesar de su color amarillo intenso —casi como el de un limón maduro—, cuesta muchísimo detectarla. Se mueve entre las copas de los árboles, donde el verde de las hojas la camufla sorprendentemente bien.
Y solo su canto aflautado delata su presencia en la zona.
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La oropéndola (Oriolus oriolus) es un ave migradora. Pasa el invierno en África y vuelve a nuestros campos y bosques a finales de abril o principios de mayo, cuando el calor empieza a asomar la patita. Y no se queda mucho aquí: a finales de agosto ya suele haber emprendido de nuevo su largo viaje hacia el sur.
Me gusta pensar que cada año regresa la misma, al trocito de bosque que recorro estos días, quien sabe si la oropéndola de todos los veranos proviene de un linaje ancestral que siguiendo un mapa invisible heredado, acaban año tras año aquí.
Una de sus curiosidades es su nido. Construyen una especie de bolsito tejido a mano, suspendido entre las ramas, con fibras vegetales, hierbas y telarañas. Queda colgado como un pequeño columpio, balanceándose al ritmo del viento.
El nombre de oropéndola viene precisamente de ahí: "oro", por el color de su plumaje, y "péndola", una forma antigua de decir "pluma". En realidad, su origen se remonta al latín aureus (dorado) y pinnula (pluma pequeña), lo que encaja con su aspecto .
Además de insectos, en verano se alimenta de frutas maduras. Es una gran amante de los higos, las moras y otros frutos. No es raro verla, con mucha suerte y paciencia, picoteando en árboles frutales.
Y hay otro detalle sobre sus vocalizaciones que también ayuda a detectar su presencia: aunque su canto principal es ese silbido melodioso tan conocido, también emite unos "gruñidos", como si refunfuñara, son muy característicos y los realiza sobre todo cuando está nerviosa o defendiendo su territorio.
Hace unos años pude grabar su canto aflautado junto con esos gruñidos tan característicos, en el audio de abajo lo puedes escuchar.
Cada primavera, cuando la oigo por primera vez, siento que el verano está llamando a la puerta un año más, todo sigue su curso natural y las oropéndolas vuelven a sus territorios.
Y tú ¿Ya escuchaste a la Oropéndola?
PD: Aquí puedes escuchar un duelo sonoro que grabé entre un Ruiseñor y una Oropéndola 😊 No te lo pierdas.
PD2: En Notas de Naturaleza Singular he subido un audio en el que te cuento sobre los 6 buitres que se pueden ver en España, su biología, curiosidades y algún dato más interesante, en unos 23 minutos de chapa. Si quieres y puedes, te puedes suscribir y apoyar el trabajo que realizo en el podcast y la newsletter y de paso te llevas el acceso a contenidos solo para suscriptores, pégale un ojo y luego ya decides si vale la pena.
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En Moreda de Álava he tenido ocasión de escuchar a la oropéndola, pero verla... pues no :-) Me pasa como con el pito ibérico, que donde vivo lo oigo a diario y no lo llego a ver NUNCA.